sábado, 16 de abril de 2011

Nada que decir..


Como era mucho más lo que no decíamos que lo que hablabamos, los silencios se volvieron sonoros y elocuentes , más que mil palabras juntas. Lo curioso era que, había tantas cosas que expresar, tantas que explicar, tanto dolor podía salir de nuestras bocas, que callar se volvió una obligación, una necesidad.

Cualquier persona diría que hablando se entiende la gente. Pero en nuestro caso era al revés. Nos desentendíamos con cada oración. Lo raro es que nunca había encontrado a alguien que me conociera tan bien, que adivinara las palabras que pudiera haber dicho y que no le iba a decir nunca. Pero cada vez que pronunciabamos alguna, ésta tomaba un rumbo diferente al que habiamos imaginado, se transformaba, adoptaba formas diferentes atravesando el aire, tan pronto era una estela de luz, una flecha, una espada, una daga. Sin embargo , yo tenía en mi cabeza, un montón de cosas lindas para decir, que las fuí guardando, una a una, doblandolas con delicadeza, como si fuera un delicado ajuar. Cuando llegara el momento, tal vez, pensaba, pero el momento no llegó y las frases fueron juntando polvo, se deslucieron de no usarlas y hasta pasaron de moda.

El silencio creció, como una sombra que se va alargando con las horas, y se proyectó como un fantasma mudo sobre nuestras gargantas. Se cerró para siempre la voz, ya no habrá mentiras piadosas, ni excusas infantiles, solo queda seguir apretando los labios para que no se escape aquello que ya no nos podemos confesar.

LiNa