Con el comienzo del otoño y sus noches frescas se comienza a reconocer en algunos exponentes de la población, claros síntomas compatibles con el enfriamiento que conllevan efectos inesperados. Se observa que algunos órganos del cuerpo humano comienzan a reaccionar vertiendo a su alrededor contenidos que claramente debían ser conservados en su intimidad. Cual producto pestilente y purulento, salen a la luz , a borbotones y casi atropelladamente, despertando el estupor de quien no se la viera venir (que no es mi caso). Por supuesto la ciencia dirá que existían características previas que facilitaron el cuadro, no se puede culpar de todo al otoño, a la noche, a la luna, a la playa =). Es así como las trompas de Eustaquio (Quito para los amigos) se ven obligadas a captar cantidad de sensaciones que si bien eran intuídas ahora son manifestadas a los cuatro vientos (y claro, con tanta ventolina como para no achucharse).
Me refiero al ya conocido "estómago resfriado" , cuadro muy común en estos días, pasa en las mejores familias, pero eso no quita las ganas de encajarle un derechazo (para que se enderece digo)¡ Cuánta gente padece de esta patología, que ya en la antigua Roma era tratada por díscipulos de Herófilo y Erasistrato con un terapeútico voleo en el orto. No hay plaga peor que la de los estómagos resfriados, molesta, daña y hace pupa. Retiráos pues a vuestros cubículos, constipados estómagos, hasta que curéis y reflexionéis que el silencio es salud ¡Salud! No estornudéis más insensateces , y no propaguéis mas sinsabores, sinsentidos y sinsalamín, callaos para siempre vuestra elocuencia no consentida me ha roto las bolainas a mas no poder.
LiNa
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